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Histórica escalada en el Caribe: EE. UU. refuerza su presencia militar frente a Venezuela
Estados Unidos ha desplegado un grupo de ataque naval sin precedentes en el Caribe, con portaaviones, destructores y aviones de combate. En respuesta, Venezuela moviliza decenas de miles de soldados bajo su “Plan Independencia 200”, en una demostración de fuerza y tensión creciente en la región.
Por Administrador
Publicado en 16/11/2025 15:14
Mundo

El Caribe vive una de sus jornadas más tensas en años con el despliegue militar más robusto realizado por Estados Unidos en la región desde la Guerra Fría. La presencia del portaaviones USS Gerald R. Ford, acompañado por destructores con sistema Aegis y un submarino de capacidad estratégica, ha transformado el escenario marítimo frente a las costas de Venezuela. Fuentes de defensa estadounidenses señalan que estos movimientos forman parte de una operación ampliada contra el narcotráfico, aunque expertos advierten que el alcance de los activos desplegados supera los necesarios para una misión de interdicción.

Al grupo de ataque naval se suma un componente expedicionario significativo. Un Grupo de Preparación Anfibio opera cerca de la zona, con aproximadamente 4,500 infantes de Marina listos para maniobras de desembarco u operaciones de respuesta rápida. Analistas sostienen que esta combinación de fuerzas incrementa la capacidad de proyección de poder de Washington en un punto geoestratégico clave.

En el aire, Estados Unidos ha reforzado su presencia con aviones F-35 estacionados en Puerto Rico, además de drones MQ-9 y aeronaves de patrulla marítima que ejecutan misiones de reconocimiento. Informes también mencionan vuelos de bombarderos B-52 en rutas cercanas al Caribe, lo que evidencia que el comando militar estadounidense ha activado medios de largo alcance capaces de responder a múltiples escenarios.

La reacción de Caracas ha sido inmediata. El gobierno de Nicolás Maduro activó el “Plan Independencia 200”, un despliegue militar masivo que moviliza a unos 200.000 efectivos de tierra, aire, mar, fuerzas fluviales y unidades de misiles. Según el ministro de Defensa, todas las unidades se encuentran en “máxima preparación operacional” para responder ante lo que califican como una amenaza directa a la soberanía nacional.

La Armada venezolana ha incrementado el patrullaje en aguas territoriales y ha desplegado naves para vigilar el movimiento de las fuerzas estadounidenses. Paralelamente, sistemas de defensa costera y radares han sido activados para reforzar el control del espacio aéreo y marítimo. Las maniobras también incluyen ejercicios de comando, control y comunicaciones en distintos puntos del país.

Un elemento distintivo de la respuesta venezolana es la participación masiva de la Milicia Bolivariana, el cuerpo de reservistas civiles creado durante el chavismo. Millones de inscritos han sido convocados a reforzar tareas de defensa territorial, lo cual sugiere que Caracas está intentando proyectar una imagen de preparación nacional total ante un posible conflicto.

Maduro ha elevado su retórica pública, denunciando el despliegue estadounidense como un acto de provocación “imperialista” y advirtiendo que, ante cualquier indicio de agresión, Venezuela podría declararse una “república en armas”. Sus declaraciones buscan mantenerse dentro del marco de la disuasión, pero también movilizar apoyo interno en un momento de alta sensibilidad geopolítica.

En este escenario, los expertos alertan sobre los riesgos de un error de cálculo. La presencia simultánea de fuerzas militares altamente capacitadas en espacios reducidos y con operaciones en curso multiplica las posibilidades de incidentes no deseados. Aunque ni Washington ni Caracas han expresado intenciones ofensivas declaradas, la magnitud de los despliegues evidencia que ambos gobiernos están preparados para escenarios de escalada rápida.

 

La región, mientras tanto, observa con preocupación. Los gobiernos caribeños y sudamericanos han emitido llamados a la prudencia, conscientes de que cualquier choque entre Estados Unidos y Venezuela tendría repercusiones económicas, diplomáticas y humanitarias que irían mucho más allá del Caribe. Por ahora, la tensión continúa creciendo, sin señales de que alguno de los dos actores esté dispuesto a reducir su presencia militar.

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