El Caribe vuelve a colocarse en el centro del pulso geopolítico entre Estados Unidos y Venezuela, luego de que el secretario de Defensa estadounidense, Pete Hegseth, anunciara el inicio de la nueva “Operación Lanza del Sur”. Bajo órdenes directas de Donald Trump, Washington asegura que esta ofensiva busca “expulsar a los narcoterroristas del hemisferio” y proteger su territorio de la amenaza del narcotráfico. El mensaje, difundido en X, dejó clara la intención de reforzar la presencia militar estadounidense en la región.
Tras el anuncio, Nicolás Maduro ha optado por un silencio prudente, aunque la tensión se siente en la cúpula del chavismo. Hegseth subrayó que el hemisferio occidental es “la vecindad de Estados Unidos”, frase que retumbó en Caracas y que ha reactivado viejos temores de intervención. La operación se suma al ya elevado clima de fricción que durante las últimas semanas se ha instalado en el Caribe.
Horas antes del anuncio estadounidense, Maduro sí había tomado la palabra ante un grupo de jóvenes chavistas. Visiblemente molesto, denunció lo que considera un trato inhumano hacia los migrantes venezolanos en Estados Unidos. “Los someten, los golpean, los torturan y los expulsan a patadas”, afirmó, criticando además el fin del Estatus de Protección Temporal (TPS), lo que —según él— afecta a más de 300.000 venezolanos.
El mandatario venezolano también volvió a señalar que el despliegue militar estadounidense constituye una “amenaza e invasión” contra Venezuela. Sin embargo, en un giro discursivo, bajó el tono y envió un mensaje directo a Trump. Con énfasis teatral, proclamó: “No a más guerras eternas… ¡Yes, peace! ¡Yes, peace!”. Un intento de mostrarse como defensor de la estabilidad continental en medio de la crisis política y económica interna.
Mientras tanto, la líder opositora María Corina Machado, recientemente galardonada con el Premio Nobel de la Paz, lanzó reflexiones que tomaron un carácter casi premonitorio. Durante un foro del Grupo IDEA, Machado aseguró que Venezuela atraviesa “horas decisivas” y que lo que ocurre en el país “es un punto de inflexión para toda América Latina”.
Machado, fortalecida políticamente por su reconocimiento internacional, afirmó que la unidad del pueblo venezolano es la única garantía de una transición “ordenada, pacífica e irreversible”. Incluso se atrevió a plantear cómo actuaría de llegar al poder, enfatizando que asumiría el control institucional, promovería reformas profundas y gestionaría la ayuda humanitaria de manera transparente.
El ambiente político venezolano no solo se ve marcado por declaraciones. Hace apenas unos días, el ministro de Defensa, Vladimir Padrino López, ordenó elevar el nivel de alerta militar dentro del Plan Independencia 200. La medida pretende preparar a la Fuerza Armada Nacional Bolivariana ante cualquier eventualidad y se interpreta como un mensaje directo a Washington.
Con la región sumida en un torbellino de acusaciones, advertencias y operaciones militares, el próximo movimiento podría definir el rumbo de un conflicto diplomático que lleva años gestándose. La tensión está en su punto más alto y, aunque Maduro guarda silencio ante el anuncio más reciente de Washington, el Caribe se convierte nuevamente en el tablero de disputa entre dos fuerzas que no están dispuestas a ceder terreno.