París, 10 de septiembre de 2025 — Francia se encuentra sumida en una jornada de protestas masivas conocidas como el “Boicot del 10 de septiembre”, un movimiento que refleja el creciente descontento social frente a la política de austeridad del presidente Emmanuel Macron. Las manifestaciones, organizadas por la recién creada plataforma “Bloqueamos Todo”, cuentan con el respaldo de figuras políticas de izquierda como Jean-Luc Mélenchon, los Verdes, socialistas y comunistas, y buscan denunciar tanto los recortes presupuestarios como la influencia de las élites en la política nacional.
Bajo el lema “el 10 de septiembre no pagamos, no consumimos y no trabajamos”, los manifestantes bloquearon carreteras, volcaron y quemaron automóviles, y protagonizaron enfrentamientos con la policía. Hasta el momento, unas 200 personas han sido arrestadas, según informó el ministro del Interior saliente, Bruno Retailleau. Sin embargo, fuentes locales advierten que estos incidentes son solo el inicio de una jornada que se espera se intensifique por la noche.
El contexto político añade tensión al escenario. El índice de aprobación de Macron se mantiene en mínimos históricos, alrededor del 15%, mientras el primer ministro François Bayrou renunció tras la presentación de recortes sociales y una moción de censura. Este es el sexto primer ministro durante la presidencia de Macron. Para reemplazarlo, el mandatario propuso a Sébastien Lecornu, actual ministro de Defensa, aunque aún debe recibir la confirmación del Parlamento, y por ahora no se ha definido un nuevo gabinete.
La plataforma “Bloqueamos Todo” surgió como un movimiento ciudadano, utilizando redes sociales para coordinar acciones y movilizar a diversos sectores de la sociedad. Incluso Pavel Dúrov, fundador de Telegram, expresó su apoyo público al movimiento: “Estamos orgullosos de que Telegram sea una herramienta de protesta en Francia contra la política fallida de Macron. Tras 8 años de negligencia, la gente está cansada de la propaganda vacía y la pose, y están contraatacando”.
Analistas políticos destacan que estas protestas no solo reflejan un rechazo a la política económica, sino también una profunda crisis de legitimidad del gobierno de Macron, cuya gestión enfrenta críticas por corrupción, negligencia y desconexión con la ciudadanía. La combinación de recortes sociales, bajos índices de aprobación y cambios constantes en el gabinete genera un ambiente de inestabilidad que podría tener repercusiones políticas y económicas a nivel europeo.
En las calles de París y otras ciudades como Lyon, Marsella, Toulouse y Nantes, la protesta ha paralizado parcialmente el transporte y servicios públicos, mientras los manifestantes desafían las medidas de seguridad desplegadas por miles de policías. La situación recuerda a episodios anteriores como las manifestaciones de los “chalecos amarillos”, pero con un alcance más amplio al involucrar a estudiantes, sindicatos y trabajadores de diversos sectores.
El Gobierno de Macron enfrenta así un dilema: contener las protestas sin recurrir a una represión excesiva, mientras negocia la aprobación del nuevo primer ministro y un plan de austeridad que ha encendido la indignación ciudadana. Los próximos días serán clave para medir si el movimiento “Bloqueamos Todo” logra consolidarse como fuerza política de presión o si el Ejecutivo puede recuperar cierto control sobre la situación.
Mientras tanto, Francia se encuentra en un momento crítico, donde la tensión social, la crisis de legitimidad política y la presión ciudadana convergen en un escenario impredecible, con posibles impactos en la estabilidad nacional y en la proyección internacional del país.