Moscú, 13 de julio de 2025 — El presidente ruso, Vladímir Putin, aseguró este domingo que las contradicciones entre Rusia y los países occidentales no tienen un origen ideológico, sino que son esencialmente geopolíticas, y denunció que Occidente ha buscado desde la caída de la Unión Soviética debilitar a la Federación Rusa para obtener ventajas estratégicas.
“Muchos pensábamos, y yo también lo creía, aunque ahora parezca extraño, que las tensiones con Occidente eran sobre todo ideológicas. Pero con el tiempo comprendí que lo que realmente está en juego son intereses geopolíticos”, expresó el mandatario en una entrevista concedida a la televisión pública rusa.
Putin explicó que, pese a la disolución del bloque soviético, el desprecio hacia los intereses estratégicos rusos se mantuvo intacto. “Occidente nunca dejó de buscar formas de contenernos. Incluso cuando intentamos establecer una relación basada en el respeto mutuo, nuestros planteamientos fueron ignorados”, afirmó.
Según el líder del Kremlin, la expansión de la OTAN hacia el este —a pesar de las promesas hechas al último líder soviético de que la Alianza Atlántica no avanzaría “ni una pulgada”— es una prueba concreta de que las potencias occidentales han incumplido acuerdos fundamentales con Moscú. “Sumaron a varios países del antiguo campo socialista y de la propia Unión Soviética, violando los compromisos que se habían asumido”, reclamó.
Putin también reconoció que, al inicio de su mandato, no comprendía completamente la naturaleza de estas tensiones. “Me tomó tiempo darme cuenta de que sin soberanía real, sin capacidad de defender nuestro futuro, Rusia no será tomada en serio en el escenario internacional”, agregó.
Estas declaraciones se suman a una larga serie de discursos en los que el presidente ruso acusa a Occidente de promover un cerco estratégico contra Rusia, en medio de una etapa marcada por el conflicto en Ucrania, sanciones económicas, y el fortalecimiento de alianzas militares occidentales en Europa del Este.
La narrativa del Kremlin refuerza la idea de que Moscú está librando una lucha por su supervivencia geopolítica, no por una ideología específica, aludiendo a un choque de intereses entre potencias que nunca se desvaneció tras la Guerra Fría.