Tegucigalpa, 14 de julio de 2025 — En una contundente homilía dominical desde la Basílica Menor de Suyapa, el cardenal hondureño Óscar Andrés Rodríguez instó a la ciudadanía y a la clase política a respetar la Constitución y el proceso electoral del próximo 30 de noviembre, en el que se elegirá a la persona que sucederá a la presidenta Xiomara Castro.
Durante su mensaje, el prelado condenó la normalización de la palabra "fraude electoral" en el discurso político nacional. “No tenemos ni siquiera que considerarla en nuestro lenguaje, no debe existir en nuestra Honduras. Estamos llamados a la verdad, a la justicia, ese es el camino de Dios”, expresó Rodríguez.
El cardenal advirtió que deslegitimar el proceso electoral sería “querer matar a nuestro país” y pidió confianza en las instituciones y en la voluntad popular. Más de 6.3 millones de hondureños están convocados a las urnas para elegir a:
-
1 Presidente de la República
-
3 Designados presidenciales (vicepresidentes)
-
298 Corporaciones municipales
-
128 Diputados al Congreso Nacional
-
20 Diputados al Parlamento Centroamericano
Rodríguez también lamentó la profunda crisis social, económica y moral que afecta al país. “Nuestra Honduras está sufriendo, está desorientada”, dijo, haciendo un llamado urgente a la corresponsabilidad ciudadana.
“¡Cuidado! Que nuestra Honduras no vaya a estar media muerta y no tenemos que ser pasivos (…) cada uno de nosotros es corresponsable”, alertó, señalando que el país necesita más compromiso activo frente a la violencia, la pobreza y el deterioro institucional.
Además, condenó la cultura de indiferencia y muerte que —según él— ha deshumanizado a la sociedad hondureña. “Qué triste hoy que ya no evitan, sino matan. Los cadáveres los dejan en ríos, en sacos, como si la vida no valiera nada”, expresó con tono conmovido.
El cardenal también criticó la falta de honestidad de las autoridades ante la crisis del sistema público: “No hay medicinas, no hay citas en el Seguro Social, no hay hospitales, las escuelas están malas. Y hasta tienen la falta de vergüenza de decir: vamos bien”.
Finalmente, invitó a los hondureños a rechazar la soberbia, la autosuficiencia y el afán de poder, y a reencontrarse con Dios en la humildad y el compromiso: “Nadie puede amar si no se baja de la cabalgadura del orgullo. Jesús es el buen samaritano, y solo Él puede guiar a este país desorientado”.