San Salvador, 4 de agosto de 2025 — El presidente de El Salvador, Nayib Bukele, salió en defensa de la reforma constitucional aprobada por la Asamblea Legislativa que habilita la reelección indefinida y extiende el mandato presidencial a seis años. Según Bukele, esta medida es comparable con las normas vigentes en países desarrollados y no representa un quiebre democrático.
“El 90 % de los países desarrollados permiten la reelección indefinida de su jefe de gobierno, y nadie se inmuta”, escribió Bukele en su cuenta oficial de X. “Pero cuando un país pequeño y pobre como El Salvador intenta hacer lo mismo, de repente se convierte en el fin de la democracia”, agregó.
El mandatario también ironizó sobre la crítica internacional, asegurando que si El Salvador adoptara un modelo de monarquía parlamentaria, como el de Reino Unido o Dinamarca, “igual no lo apoyarían” y “se pondrían furiosos”.
La reforma fue aprobada y ratificada en una sola jornada legislativa el 31 de julio, sin análisis previo ni debate parlamentario. La Asamblea Legislativa, controlada por el oficialista partido Nuevas Ideas (NI), modificó los artículos 75, 80, 133, 152 y 154 de la Constitución. Con ello, eliminó la segunda vuelta electoral y abrió la posibilidad de que Bukele opte a un tercer mandato consecutivo, aunque hasta ahora no ha confirmado su intención de buscarlo.
La reforma ha desatado fuertes críticas tanto nacionales como internacionales. Para la organización Human Rights Watch, a través de su directora para las Américas, Juanita Goebertus, lo ocurrido en El Salvador “sigue el mismo camino que Venezuela” y constituye un grave retroceso democrático.
La Oficina en Washington para Asuntos Latinoamericanos (WOLA) también expresó su rechazo, calificando el cambio constitucional como “una flagrante manipulación que elimina límites al mandato presidencial” y advirtió que este tipo de procesos lleva “al desmantelamiento de la democracia”.
Por su parte, la organización civil salvadoreña Acción Ciudadana denunció que la intención detrás de la reforma no es fortalecer la democracia ni reducir costos electorales, sino “perpetuar al presidente en el poder”.
Con estas reformas, El Salvador se coloca en el centro del debate sobre los límites del poder presidencial, la legalidad de las reformas exprés y el futuro de la democracia representativa en América Latina.