Phu Sing / Samrong — A pesar del reciente acuerdo de alto el fuego entre Tailandia y Camboya, el temor y la incertidumbre siguen dominando entre las cerca de 300.000 personas evacuadas por el conflicto fronterizo que estalló la semana pasada. Aunque desde la medianoche del lunes ambos países se comprometieron a cesar los enfrentamientos, muchos desplazados se muestran escépticos ante el cumplimiento del pacto.
“Dicen que dejarán de disparar, pero no lo hacen. No sé cuándo podré volver a casa y quiero volver”, expresó una campesina de 54 años desde un centro de evacuación en la provincia tailandesa de Sisaket, una de las zonas más golpeadas durante los cinco días de enfrentamientos armados.
Los choques armados entre Tailandia y Camboya comenzaron el pasado jueves con una disputa territorial que incluyó el uso de cazas F-16 y cohetes BM-21. El saldo ha sido devastador: al menos 43 personas muertas —30 tailandesas y 13 camboyanas—, decenas de heridos y cientos de miles de desplazados.
Pese al acuerdo alcanzado el lunes por la noche, Tailandia acusó a Camboya de continuar disparando la mañana del martes. Sin embargo, representantes militares de ambos países se reunieron posteriormente para avanzar en la desescalada y mantener el frágil alto el fuego.
En paralelo, el Ministerio del Interior de Tailandia ha aconsejado a los evacuados no regresar a sus hogares hasta que las autoridades verifiquen la seguridad en las zonas fronterizas. “Ni siquiera sé cuándo me dejarán volver. Me siento muy deprimida”, agregó una mujer de 46 años que tuvo que refugiarse en casa de familiares.
La región fronteriza de Chong Kal, en la provincia camboyana de Oddar Meanchey, amaneció hoy en relativa calma. “Confío en que no habrá más disparos. Quizás mañana o pasado mañana vuelva a casa”, señaló Veng Thea, un residente de 60 años.
Desde Samrong, también en Camboya, vecinos afirmaron no haber escuchado ataques desde que entró en vigor el alto el fuego. No obstante, la población sigue recelosa. “Nos dijeron que el enfrentamiento no duraría mucho…”, comentó una jardinera tailandesa de mediana edad.
La raíz del conflicto se encuentra en viejas disputas sobre soberanía en segmentos mal delimitados de la frontera de 820 kilómetros que comparten ambos países, una fuente histórica de tensiones bilaterales.
Miles de familias afectadas, muchas de ellas compuestas por personas mayores y niños, improvisan refugios en campos temporales con la esperanza de que la tregua se mantenga y puedan regresar pronto a sus hogares.