Jerusalén, 15 de julio de 2025.
El primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, lanzó este martes una advertencia directa al gobierno de Siria, asegurando que Israel no permitirá la creación de “un segundo Líbano” en territorio sirio. La declaración se produce tras una serie de ataques israelíes en el sur de Siria, específicamente en la ciudad de Al Sueida, escenario reciente de choques entre comunidades drusas y beduinas.
“No permitiremos que se establezca en Siria una amenaza como la que enfrentamos en el Líbano”, afirmó Netanyahu durante una visita al centro de entrenamiento de la Brigada Hasmonea, la primera unidad de combate integrada por judíos ultraortodoxos (jaredíes), ubicada en el Valle del Jordán.
Operación en Al Sueida
La ofensiva en Al Sueida, ciudad de mayoría drusa en el sur de Siria, fue ordenada por Netanyahu con el argumento de garantizar la seguridad de esa comunidad y prevenir una militarización de la frontera. Según medios árabes, los bombardeos se desarrollaron a lo largo del martes, aunque Israel no ha emitido detalles oficiales sobre el número de bajas o daños ocasionados.
El primer ministro sostuvo que las operaciones dependen de la conducta del régimen sirio: “Espero que no tengamos que seguir actuando; eso dependerá en gran parte de lo que ocurra o no ocurra en Damasco”.
Tensiones internas: ultraortodoxos y coalición en riesgo
Durante su visita al campamento militar, Netanyahu aprovechó para destacar el creciente número de jóvenes jaredíes que se suman al servicio militar de manera voluntaria, una tendencia inusual en una comunidad históricamente exenta de la conscripción obligatoria.
“No vienen por la fuerza, sino por voluntad propia, y eso refleja un cambio importante dentro de la sociedad jaredí”, dijo Netanyahu. “Podemos liderar un proceso de unidad, no de guerra interna”.
Estas declaraciones llegan en un momento crítico para la coalición gobernante, luego de que el partido ultraortodoxo Judaísmo Unido de la Torá anunciara su posible salida del Gobierno, en protesta por la negativa del Ejecutivo a aprobar una ley de exención del servicio militar para los judíos ultraortodoxos.
La agrupación cuenta con siete escaños en la Knéset (Parlamento), por lo que su salida no representa una amenaza inmediata para la mayoría mínima de 61 escaños que sostiene el Ejecutivo. Sin embargo, si el también ultraortodoxo partido Shas decide sumarse a la ruptura, el Gobierno de Netanyahu perdería su mayoría parlamentaria, quedando con solo 50 diputados y enfrentando una posible crisis política.
Un delicado equilibrio
La situación pone en evidencia el frágil equilibrio que Netanyahu intenta mantener entre las exigencias de seguridad nacional y las presiones de sus socios religiosos dentro de la coalición. Mientras se proyecta como líder fuerte ante amenazas externas, enfrenta crecientes divisiones internas que podrían comprometer la estabilidad de su Gobierno.