El Día Internacional contra la Corrupción estuvo marcado en Honduras por un mensaje que resonó más allá de lo simbólico. El fiscal jefe de UFERCO, Luis Javier Santos, advirtió que el país llega a esta fecha en medio de un proceso electoral incierto, sin claridad en los resultados y con la institucionalidad debilitada por intereses que —según señaló— han contaminado cada etapa del sistema.

Santos no atribuyó esta incertidumbre a simples fallas operativas. Por el contrario, la describió como el reflejo más evidente de un aparato político y administrativo “capturado, manipulado y corroído”, donde la voluntad popular ha sido tratada como mercancía y la corrupción se ha enquistado como norma y no como excepción.

El fiscal fue enfático al señalar que este deterioro institucional no solo afecta la legitimidad electoral, sino que destruye pilares esenciales de la convivencia democrática. La corrupción, dijo, “carcome la fe, mutila la democracia y condena generaciones enteras a la pobreza”, dejando cicatrices profundas que impiden al país avanzar.

Dirigiéndose de forma directa a la juventud hondureña, Santos lanzó uno de los mensajes más potentes de su intervención. Aseguró que los jóvenes representan el último límite que los corruptos no pueden cruzar, la última barrera que sostiene la esperanza de institucionalidad y justicia.

“Ustedes son la línea que los corruptos no pueden cruzar, el último muro frente a la impunidad”, expresó con firmeza, exhortando a las nuevas generaciones a no ceder frente a quienes buscan perpetuar un sistema de privilegios y oscuridad.

El fiscal también subrayó que la lucha contra la corrupción no puede ser pasiva ni delegada. Instó a los jóvenes a manifestarse, exigir respuestas, cuestionar a quienes ocupan cargos de poder y convertirse en parte activa de los cambios que el país necesita.

Según Santos, el silencio y la resignación alimentan el avance de las redes corruptas que operan bajo las sombras. Por ello, enfatizó que la única forma de detenerlas es levantando la voz y defendiendo la transparencia como un derecho y un deber ciudadano.

Finalmente, el jefe de UFERCO concluyó con un llamado esperanzador, recordando que el futuro no se espera, se construye. “El futuro no se mendiga, se construye y se defiende”, afirmó, insistiendo en que la voz de los jóvenes debe resonar más fuerte que las sombras que intentan decidir el rumbo de Honduras.