En un país donde informar puede costar la vida, el Comité por la Libertad de Expresión (C-Libre) recibió este lunes uno de los reconocimientos más significativos en materia de derechos humanos: el Premio Europa de Derechos Humanos. La distinción llega en un momento donde, según la propia organización, el gremio continúa expuesto a riesgos crecientes, campañas de desinformación y persecución.
El jurado internacional destacó que C-Libre no solo documenta agresiones, sino que también impulsa cambios legislativos, acompaña a víctimas y mantiene una vigilancia constante sobre el respeto a la libertad de expresión. Esta labor integral —subrayaron— ha permitido que su trabajo trascienda lo operativo para convertirse en una referencia ética y técnica en el país.
La directora ejecutiva de C-Libre, Amada Ponce, dedicó el premio a quienes diariamente ejercen el oficio bajo amenaza. “Este es un mensaje crucial: no estamos solos. Los periodistas deben ser defendidos y acompañados”, expresó, haciendo énfasis en la necesidad de articular esfuerzos colectivos en defensa de la democracia.
El embajador de la Unión Europea, Gonzalo Fournier, resaltó que la libertad de expresión es “el latido de la democracia”, una energía vital que se expresa cuando los ciudadanos cuestionan, informan y debaten. Recalcó además el rol insustituible de los medios de comunicación como pilares democráticos en un contexto mundial marcado por la manipulación y el avance de la inteligencia artificial.
El fallo fue producto de una deliberación conjunta entre Fournier y los embajadores Diego Nuño (España), Daniela Vogl (Alemania) y Cédric Prieto (Francia). Según el jurado, C-Libre ha demostrado capacidad para generar prácticas replicables y ha mantenido una defensa firme en escenarios de alta vulnerabilidad.
De acuerdo con datos recordados por la propia organización, desde 1983 más de 110 periodistas y comunicadores sociales han sido asesinados en Honduras, cifra que convierte al país en uno de los más peligrosos del continente para ejercer la profesión. La impunidad, señalan, sigue siendo la norma.
Ponce insistió en que la situación del gremio exige cohesión interna y defensa mutua: “Hay que acuerparse frente a la desinformación, la persecución y la violencia que rodea el quehacer periodístico”.
El premio, subrayó la Delegación Europea, no solo reconoce la libertad de expresión como un derecho fundamental, sino también el compromiso de las personas y organizaciones que, pese a los riesgos, continúan defendiendo el derecho de la sociedad a estar informada.
