El presidente de Ecuador, Daniel Noboa, fue víctima este martes de un ataque armado en la provincia de Cañar, al sur del país, cuando un grupo de manifestantes arremetió contra su comitiva presidencial lanzando piedras y efectuando disparos. El mandatario resultó ileso, pero el vehículo en el que viajaba presentó impactos de bala, según confirmó la ministra de Ambiente y Energía, Inés Manzano.

“Se acercaron cerca de 500 personas, lanzaron piedras y disparos. Hay evidencias claras de bala en el carro del presidente”, informó Manzano a la prensa, calificando el hecho como un acto “criminal” y asegurando que el gobierno no permitirá que la violencia “se apodere del país”. Cinco personas fueron detenidas por las fuerzas de seguridad.

El ataque se da en un contexto de creciente tensión social, con protestas que se extienden desde hace más de dos semanas en rechazo a la eliminación del subsidio al diésel, una medida impulsada por el gobierno de Noboa como parte de su plan de ajuste fiscal. El galón de combustible pasó de 1,80 a 2,80 dólares, lo que desató bloqueos de carreteras y enfrentamientos con la policía en varias provincias.

La Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (CONAIE) lidera las movilizaciones, acusando al gobierno de actuar bajo las presiones del Fondo Monetario Internacional (FMI) y de ignorar el impacto social de las reformas económicas. Su presidente, Leonidas Iza, ha denunciado una “represión desproporcionada” por parte de las fuerzas armadas.

Hasta la fecha, los disturbios han dejado al menos un muerto y más de 150 heridos, según reportes oficiales y de organizaciones humanitarias. El Ejecutivo, por su parte, ha decretado estado de emergencia en diez provincias, otorgando facultades especiales al Ejército para mantener el orden y desbloquear vías estratégicas.

Analistas advierten que el ataque contra el mandatario podría marcar un punto de inflexión en la crisis política. De confirmarse que hubo un intento directo de atentar contra Noboa, Ecuador podría enfrentar un nuevo ciclo de inestabilidad, con repercusiones tanto internas como en su imagen internacional.

El gobierno insiste en que las protestas han sido infiltradas por grupos violentos con fines políticos, mientras que sectores sociales reclaman diálogo y una revisión urgente del alza al combustible. Noboa, por su parte, no ha suspendido su agenda y aseguró que “la violencia no detendrá la transformación del país”.

Este episodio, que ocurre apenas meses después de su reelección, consolida el clima de polarización y confrontación social que atraviesa Ecuador, un país golpeado por la inseguridad, la crisis económica y el desencanto político que dejó el último ciclo de gobiernos.