En Tocoa, Colón, la detención del periodista Wenceslao Canales generó sorpresa este jueves, luego de que fuera esposado y conducido hasta una posta policial en medio de un retén instalado en la carretera.

El comunicador relató que su captura ocurrió tras negarse a responder preguntas de los agentes sobre su origen y destino. “No he cometido ninguna falta, me tratan como delincuente por no decir de dónde vengo”, expresó mientras era llevado a la patrulla policial.

Minutos antes de ser retenido, Canales había sostenido una reunión con el obispo de Trujillo, encuentro que formaba parte de su agenda laboral. De regreso, fue interceptado por la Policía y trasladado bajo estrictas medidas de seguridad.

Las imágenes del periodista esposado, difundidas por medios locales, despertaron inquietud entre sectores que defienden la libertad de prensa. La escena refleja, según analistas, el ambiente de vulnerabilidad que enfrentan los comunicadores sociales en el país.

En declaraciones improvisadas, el periodista insistió en que la detención fue arbitraria y que la negativa a contestar preguntas personales no puede considerarse un delito. “Me violentan mis derechos, ningún motivo legal existe para este arresto”, dijo.

Consultados en el lugar, los agentes presentes evitaron dar explicaciones sobre lo sucedido. El silencio policial añadió más dudas a un procedimiento que aún no cuenta con justificación oficial.

El hecho ocurre en un contexto de tensiones constantes entre periodistas y cuerpos de seguridad, donde las denuncias por hostigamiento y abusos son recurrentes. Canales se convierte así en un nuevo caso que pone bajo la lupa el actuar de las autoridades.

La situación reabre el debate sobre el respeto a los derechos humanos y la libertad de prensa en Honduras, un país donde ejercer el periodismo sigue siendo una labor marcada por riesgos y presiones.