Las calles de Gaza Ciudad se transformaron en un escenario de guerra abierta tras el inicio de la operación terrestre israelí. La ofensiva, anunciada durante semanas, se ejecutó con una combinación de ataques aéreos, artillería y fuerzas blindadas que avanzaron desde varios frentes.

El ejército israelí informó que la ciudad “está ardiendo” y que sus fuerzas mantienen objetivos claros: neutralizar a Hamas y tomar control de áreas consideradas estratégicas. El despliegue incluye bombardeos masivos desde mar y aire, que han provocado el colapso de edificios y la destrucción de infraestructura básica.

Mientras tanto, miles de familias intentan huir hacia el sur y el oeste del enclave. Testimonios locales describen carreteras abarrotadas, refugios improvisados y hospitales sobrepasados por la llegada de heridos. La comunidad internacional advierte sobre una catástrofe humanitaria en expansión.

La ofensiva responde a meses de enfrentamientos que se intensificaron tras el aumento de ataques con cohetes desde Gaza hacia territorio israelí. Tel Aviv sostiene que la operación es necesaria para garantizar la seguridad de su población y cortar la capacidad de fuego de Hamas.

Organismos humanitarios han expresado alarma por el costo civil de las operaciones militares. Denuncian que los bombardeos han alcanzado barrios residenciales, escuelas y centros de atención médica, generando un impacto desproporcionado en la población más vulnerable.

Fuentes militares israelíes confirmaron que las tropas avanzan con apoyo de drones de vigilancia y sistemas tecnológicos de última generación, lo que permite un control preciso de los movimientos en tierra. Sin embargo, los enfrentamientos urbanos plantean un desafío complejo ante la presencia de combatientes atrincherados.

El gobierno de Israel reiteró que la ofensiva continuará hasta lograr “los objetivos planteados”. En paralelo, Hamas declaró que resistirá con todos sus recursos, asegurando que Gaza “no será doblegada” pese al poderío militar de su adversario.

La operación marca un punto de inflexión en la guerra, con el riesgo de extender aún más la violencia en la región y complicar los esfuerzos diplomáticos que buscan un cese al fuego. La comunidad internacional observa con creciente preocupación una crisis que se agudiza sin señales de tregua.