La madrugada de este jueves, Kiev despertó bajo el estruendo de drones y misiles rusos que sembraron muerte y devastación. Las sirenas de alerta antiaérea no cesaban mientras miles de ciudadanos se refugiaban en las estaciones del metro para protegerse del fuego enemigo.

El saldo es desgarrador: al menos 21 fallecidos, entre ellos cuatro menores de 2, 14 y 17 años. Más de 50 heridos fueron trasladados de urgencia a hospitales. Entre los blancos alcanzados se encuentran la sede de la Unión Europea y el edificio del British Council, símbolos internacionales que quedaron parcialmente destruidos.

“Esta es la verdadera respuesta de Moscú a los esfuerzos de paz”, declaró con indignación la embajadora de la UE, Katarina Mathernova.

El ataque —ejecutado con drones Shahed iraníes, misiles de crucero y balísticos Kinzhal— se suma a otros bombardeos recientes que han golpeado duramente a la capital. El presidente Volodímir Zelenski describió la escena en redes sociales: “Otro ataque masivo contra nuestras ciudades y comunidades. Muertes de nuevo”.

La Unión Europea y la OTAN condenaron el hecho y advirtieron que endurecerán las sanciones contra Rusia. Ursula von der Leyen, al mostrar imágenes de la oficina europea dañada en Kiev, afirmó que la agresión es “otro sombrío recordatorio de lo que está en juego” en esta guerra que parece lejos de terminar.