Washington D.C. vivió este martes la llegada de tropas de la Guardia Nacional, desplegadas en un esfuerzo conjunto entre la alcaldesa Muriel Bowser y la fiscal general estadounidense, Pam Bondi, para coordinar acciones de seguridad. Los primeros contingentes arribaron con equipo completo, como parte de los 800 elementos anunciados por el presidente Donald Trump para, según sus palabras, “retomar el control” de la ciudad.

La intervención federal incluye también agentes del FBI y del Servicio de Control de Inmigración y Aduanas (ICE), que se sumarán a las patrullas nocturnas. Bowser, aunque calificó la medida como “inquietante y sin precedentes”, manifestó su disposición a cooperar con la administración republicana dentro de los límites legales, destacando que aprovecharán al máximo el apoyo adicional de agentes federales.

La decisión de Trump se ampara en la sección 740 de la Ley de Autonomía del Distrito de Columbia, que le permitió asumir el mando del Departamento de Policía Metropolitana. El presidente describió la acción como “histórica” y aseguró que busca “rescatar la ciudad del crimen y el caos”.

No obstante, la medida ha generado críticas. El líder de la minoría demócrata en la Cámara de Representantes, Hakeem Jeffries, cuestionó la credibilidad del presidente en materia de ley y orden, recordando que Washington D.C. registra actualmente las cifras más bajas de homicidios en tres décadas.

Tras asumir el control de la seguridad en la capital, Trump advirtió que podría aplicar el mismo mecanismo en otras ciudades gobernadas por demócratas, como Nueva York, Chicago y Los Ángeles.