El 12 de junio de 2025, miles de manifestantes salieron a las calles en numerosas ciudades de Estados Unidos para expresar su oposición a las recientes redadas y las nuevas medidas antiinmigrantes del expresidente Donald Trump. Las protestas, impulsadas por el movimiento “No Kings”, se expandieron tras las redadas del ICE en Los Ángeles, que llevaron al despliegue de la Guardia Nacional y efectivos del Ejército para apoyar el operativo.

En Los Ángeles, los enfrentamientos continuaron durante una sexta noche consecutiva, a pesar de que se mantiene vigente un toque de queda desde las 20:00 hasta las 06:00 horas. La presencia de fuerzas federales, incluida Guardia Nacional y marines, provocó al menos 411 arrestos y varias decenas de heridos, entre manifestantes y policías. Grupos locales y estatales denunciaron una militarización excesiva, mientras que líderes como el gobernador Gavin Newsom presentaron recursos legales contra las acciones federales.

La movilización se extendió a ciudades como Spokane, Seattle, Nueva York, Chicago, Las Vegas y San Antonio, donde se registraron arrestos, uso de gases irritantes y, en algunos casos, quema de contenedores y lanzamiento de proyectiles hacia las fuerzas del orden. En Spokane y Seattle se impusieron toques de queda debido a los disturbios; en Las Vegas se contabilizaron más de 90 arrestos, mientras que en Chicago el despliegue de unidades tácticas del ICE avivó la tensión.

El uso de las fuerzas armadas generó controversia a nivel nacional. Una encuesta de Reuters/Ipsos indicó que alrededor del 48 % de los estadounidenses aprueban el despliegue militar para restablecer el orden, pero apenas 35 % respaldan la respuesta concreta en Los Ángeles. Las opiniones estaban marcadas por una fuerte división partidaria: los republicanos tendían a apoyar, mientras que los demócratas rechazaban la medida.

Las organizaciones civiles, incluidos líderes religiosos y estudiantiles, llamaron a la resistencia no violenta. En Silver Spring, Maryland, cientos de estudiantes organizaron una huelga en apoyo a un compañero deportado, bajo consignas como “Más educación, menos deportación”.

 Además, equipos interreligiosos en ciudades como Los Ángeles promovieron vigilias y apoyo legal a inmigrantes, apelando a principios de justicia social y derechos humanos.