El jefe de Derechos Humanos de Naciones Unidas, Volker Türk, lanzó una advertencia contundente durante el Día Internacional de los Derechos Humanos: el mundo atraviesa un retroceso sin precedentes, marcado por una reducción histórica en los fondos destinados a proteger libertades fundamentales. Esta situación, afirmó, contrasta con el crecimiento acelerado del financiamiento hacia movimientos y agendas antiderechos.
En su balance anual presentado en Ginebra, Türk explicó que la Oficina del Alto Comisionado enfrentó este año un déficit de 90 millones de dólares respecto al presupuesto necesario, lo que obligó a prescindir de 300 puestos de trabajo y a paralizar tareas esenciales. Los recortes han afectado directamente operaciones en países como Colombia, República Democrática del Congo, Birmania, Túnez y otros donde la vigilancia humanitaria es crucial.
El alto comisionado detalló que estos recortes también impactaron a los relatores especiales de la ONU, quienes vieron limitadas sus visitas de campo. Las misiones de investigación, fundamentales para documentar violaciones graves, tuvieron que reducir desplazamientos debido a la falta de recursos.
En contraste, Türk alertó sobre un “flujo significativo de dinero” hacia actores contrarios a los derechos humanos, procedentes de financiadores radicados en Europa, Rusia y Estados Unidos. Estos recursos, sostuvo, fortalecen proyectos que buscan restringir libertades civiles, derechos de minorías y espacios de participación.
A la par de este desequilibrio de fuerzas, la industria militar continúa expandiéndose. Türk señaló que las cien mayores empresas armamentísticas del mundo alcanzaron en 2024 ingresos récord de 679,000 millones de dólares, cifra que refuerza la tendencia de un mundo cada vez más armado y menos protegido en materia de derechos humanos.
No obstante, entre las sombras surgió una luz: el alto comisionado reconoció el auge de movimientos ciudadanos que defienden las libertades fundamentales. En países como Ecuador, Paraguay, Perú, Filipinas y Marruecos, dijo, se ha visto un repunte del activismo social como respuesta al deterioro de las garantías democráticas.
Otro frente crítico que abordó fue la escalada de discursos de odio contra migrantes y refugiados. Türk denunció devoluciones violentas, detenciones arbitrarias, redadas masivas y expulsiones sin el debido proceso en varias regiones del mundo, lo que refleja una creciente normalización de prácticas contrarias al derecho internacional.
Finalmente, hizo un llamado urgente a los Estados para replantear sus políticas migratorias con base en evidencia y respeto al derecho internacional. “Es indispensable construir un debate serio y humano sobre la movilidad global, lejos de la demonización”, concluyó Türk.