Desde las primeras horas del sábado, la capital se vistió de color. A las 2:00 p.m., inició el desfile sobre 1.7 kilómetros del bulevar Suyapa, con una avalancha de asistentes bajo el lema de celebrar la ciudad de “Buen Corazón”. Según estimaciones oficiales, la asistencia rondó los 700,000 participantes.
Encabezando el recorrido estuvieron los cadetes de Anapo, refuerzo institucional visible que dio paso a comparsas de estudiantes, carros personalizados y unidades militares. El desfile reflejó el cruce entre disciplina, creatividad y expresión comunitaria.
El componente rural no quedó fuera: con desfile hípico, motocicletas, autos clásicos y la tradicional presencia de los Gigantones de Yuscarán, se reforzó el carácter regional dentro de la fiesta urbana. Estas expresiones contribuyen a una celebración con amplitud cultural.
Al caer la noche, centenares de drones iluminaron el cielo capitalino con figuras y luces, innovando la experiencia del carnaval. En simultáneo, el show de luces en tierra y los conciertos marcaron un ambiente festivo para todo tipo de público.
La organización puso especial atención en la seguridad y movilidad: estacionamientos gratuitos en puntos clave, control vial y un despliegue policial coordinado aseguraron que familias pudieran moverse y disfrutar sin contratiempos.
Este carnaval va más allá de la festividad: es una estrategia simbólica para fortalecer la identidad local, proyectar Tegucigalpa como destino cultural y mostrar la capacidad de gestión del gobierno municipal ante un público masivo.
Para culminar, Espinoza Paz y Los Kumbia Kings pusieron el tono musical final, cerrando una jornada que fusionó tradición, innovación y espectáculo para reafirmar el papel de la capital en la agenda cultural nacional.