Tegucigalpa – Con la campaña electoral oficialmente en marcha desde este lunes 1 de septiembre, Honduras se prepara para las elecciones generales del 30 de noviembre, donde más de seis millones de ciudadanos podrán votar.
Los principales aspirantes a la presidencia son Rixi Moncada (Libre), Nasry Asfura (Partido Nacional) y Salvador Nasralla (Partido Liberal). También compiten Nelson Ávila (PINU-SD) y Mario Rivera (Demócrata Cristiano). Sin embargo, la contienda se ha caracterizado hasta ahora por los ataques cruzados y no por la presentación de planes concretos de gobierno.
Las tensiones en el Consejo Nacional Electoral (CNE) casi pusieron en riesgo el proceso, cuando en julio la presidenta Cossette López advirtió sobre un posible “grave riesgo” de suspensión. Finalmente, la institución adjudicó al grupo colombiano ASD S.A.S. la operación del sistema TREP y aseguró que el cronograma sigue en pie.
Para el defensor de derechos humanos Joaquín Mejía, la falta de propuestas refleja una democracia atrapada en un ciclo de crisis acumuladas. “Las élites han condicionado las instituciones para sembrar desconfianza. Eso evita el debate serio entre candidatos y refuerza la polarización”, explicó.
Desde los años 80, con desapariciones forzadas en plena “doctrina de seguridad nacional”, hasta el golpe de Estado de 2009 y la reelección de Juan Orlando Hernández en 2017, Honduras ha sumado heridas políticas sin resolver. “Mientras no haya justicia transicional ni restauración del tejido social, las elecciones seguirán siendo otro factor que acumule crisis”, subrayó Mejía.
Además de la presidencia, el electorado elegirá tres designados presidenciales, 298 alcaldes, 128 legisladores y 20 representantes al Parlamento Centroamericano. Todo ello en un país donde más del 60 % de la población vive en condiciones de pobreza.