Everglades, Florida – En medio de una creciente ola de políticas migratorias restrictivas impulsadas por la administración del presidente Donald Trump, el estado de Florida ha comenzado la construcción de un nuevo centro de detención para migrantes en una zona remota de los Everglades, una instalación apodada por críticos y medios como el “Alcatraz de los caimanes”.
El proyecto consiste en la conversión de un antiguo aeródromo en un megacentro de detención temporal, conformado por grandes tiendas de campaña y diseñado para albergar a migrantes detenidos en el marco de la política federal de deportaciones aceleradas. El centro operará bajo la supervisión del Departamento de Seguridad Nacional (DHS, por sus siglas en inglés), aunque su financiación inicial correrá a cuenta del estado de Florida.
Tricia McLaughlin, vocera del DHS, confirmó que el costo de operación del centro —junto a otras instalaciones previstas— ascenderá a unos 450 millones de dólares al año, aunque Florida podrá solicitar reembolsos parciales a través de la Agencia Federal para el Manejo de Emergencias (FEMA).
El fiscal general del estado, James Uthmeier, uno de los principales aliados de Trump en materia migratoria, defendió la elección de la ubicación, al señalar que el entorno natural representa una ventaja de seguridad adicional. “No se necesitarán grandes inversiones en infraestructura de seguridad porque la zona ya está protegida por la naturaleza: caimanes, pitones y terrenos pantanosos hacen casi imposible una fuga”, afirmó su portavoz.
Las obras comenzaron oficialmente el lunes por la mañana, según confirmó la oficina de Uthmeier. La construcción en terreno tan hostil ha generado preocupación entre defensores de derechos humanos, que consideran el proyecto como un intento de disuadir la migración mediante el miedo y el aislamiento extremo.
Organizaciones como la Unión Americana de Libertades Civiles (ACLU) y Human Rights Watch ya han comenzado a monitorear el caso, señalando posibles violaciones al debido proceso y condiciones que podrían atentar contra la dignidad humana. “Convertir un pantano en prisión es una estrategia deliberada para infundir terror”, señaló un representante de la ACLU.
El centro ha generado reacciones encontradas en el Congreso. Mientras legisladores republicanos elogian el proyecto como una “respuesta necesaria” ante lo que consideran una crisis migratoria sin precedentes, miembros del Partido Demócrata han calificado el plan como “inhumano, costoso y jurídicamente cuestionable”.
De completarse según lo planeado, este centro se convertiría en uno de los más grandes y aislados del país, simbolizando un giro extremo en la política migratoria estadounidense en 2025. Para muchos, el “Alcatraz de los caimanes” representa más que una cárcel: es un símbolo de una era de represión migratoria sin precedentes.